lunes, 16 de junio de 2008

Senda hacia la nada (10)

Desperté recostado en el rellano de la escalera, la cabeza sobre mi zurrrón, usado como improvisada almohada; debí quedarme dormido mirando cómo la vela se apagaba. Desperazándome, comencé a hacer composición de lugar: por la enredada urdiumbre del techo del patio empezaban a colarse algunos rayos del primer sol del amanecer. Sin duda necesitaría algún tiempo para acondicionar la casa y hacerla mínimamente cómoda y habitable, pues aunque su estado no era precisamente ruinoso, el desorden y el abandono eran patentes. El cuadro estaba allí frente a mí, ya casi no me acordaba... ahora se distinguían bien los rostros de los personajes, iluminados por el reflejo de la luz diurna. Volví a mirarlos, aún estremecido por lo que ví la noche anterior. Pero las personas allí representadas ¡no eran las mismas! Los rostros de mis padres habían desaparecido y en su lugar estaban dos personas a las que, efectivamente, no conocía de nada. Entonces pensé que todo había sido un sueño, una mala pasada de mi subsconsciente, fatigado por las emociones de jornadas anteriores. Me froté los ojos y volví a encender otro cabo de vela, en un vano intento por rememorar la imagen de la noche anterior, pero no conseguí sino confirmar la realidad: aquellas personas no eran mis padres.

Confuso por la duda de no saber dónde terminaba el sueño y dónde empezaba la realidad, me dirigí a la planta superior, mientras intentaba recordar las enseñanzas recibidas en el templo: "por muy asombrosas que te resulten algunas cosas y no comprendas el por qué de su existencia o causa, acéptalas, y no olvides que los sueños tambien existen realmente".



[Nota: El título original era "Con los pelos de punta"pero por general consenso ,el autor ha decidido cambiarlo; ahora me dirán que " si va hacia la nada ¿para qué lo voy a leer?". El rollo es ponerle pegas a todo: no , si ya os luce el pelo, ya ( menos a unos seres absurdos que yo me sé y que son como las cebollas: sí, como las cebollas).]